¿Hasta qué punto es infinita la capacidad de creación de dinero de los bancos centrales? Podemos detectar el inicio el proceso, pero cuesta ver el final. Es como si éste no existiera.
Suponía que acudir a la exposición de Escher en Madrid iba a sugerirme alguna interpretación económica (la cabra tira al monte). Y efectivamente así sucedió. Me detuve frente al cuadro Las hormigas de Moëbius y mi acompañante me preguntó si conocía la banda de Moëbius, la que no tiene principio ni fin. En el cuadro de Escher las hormigas caminan sobre la cinta, pero nunca llega el final.
En la Eurozona caminamos sobre una banda de Moëbius. Ahí nos llevó el Banco Central Europeo. Alguien cortará la cinta algún día y se verá el final de la inyección de liquidez, de la inyección de dinero. Pero no parece que hayamos llegado a ese momento. Ni si quiera el presidente del BCE Mario Draghi parece dar su brazo a torcer ahora que las lecturas de inflación medidas a través del IPC acercan los índices que miden el incremento del coste de la vida al objetivo del Banco Central Europeo del 2%.
Hasta ahora, los incrementos de las lecturas de IPC en los países que compartimos el euro han sido explicados por la recuperación de los precios de la energía. Es inevitable que las subidas en las tasas de IPC generen efectos de segunda ronda, es decir, que la escalada de precios se vaya trasladando progresivamente a otros productos, y de ahí que gobiernos como el español hayan aprobado una desindexación de los precios de los servicios públicos. ¿La finalidad? Impedir o limitar que los precios en partidas diferentes a la energética empiecen a subir y la economía española pierda competitividad debido a precios superiores.
Sin embargo, yo también me he metido (no sé cómo) en una cinta de Moëbius y no paro de darle vueltas a la posibilidad de que los precios de la energía acaben generando una inflación de segunda ronda que fuerce al BCE a frenar la inyección de liquidez, a moderar el conocido como programa QE. La clave la veo en Alemania. La tasa general de inflación ya toca el 1,9%, pero otros indicadores como el Índice de Precios mayoristas han arrojado subidas en enero del 4%. Cuesta creer que estos fuertes incrementos (provocados también por la subida de costes energéticos) no acaben trasladándose a otros productos. Pero en el caso de Alemania un factor más favorece la escalda de precios: la fortaleza que muestra el consumo interno en la recientes lecturas de PIB. Y es que la subida de la demanda, más allá de la oferta, es una de las variables que influye en la escalada de precios. ¿Podría ser este último factor determinante para el BCE?