Es conocido que la renta variable sufre volatilidad (y muy elevada, por cierto) y que de vez en cuando experimenta intensos movimientos. En apenas unas sesiones se corrige el movimiento acumulado en semanas o incluso en meses atrás. Tal vez sea menos conocido que este tipo de sobrerreacciones también se producen en el mercado de renta fija. Primera advertencia: en el mercado de bonos también se pierde, y cuando sucede, las pérdidas pueden ser de elevada intensidad (-5,0% en apenas 15 días en una referencia a 10 años). Es conocido el efecto positivo en la gestión de carteras de la diversificación… ¡Hasta que los activos dejan de estar correlacionados! Segunda advertencia: esto sucede de vez en cuando, es decir, en ocasiones el precio de todos los activos se mueven en el mismo sentido. Pues bien, el movimiento de los mercados entre el 15 de abril y el 7 de mayo es un claro ejemplo de contextos en los que, en ocasiones, tenemos que gestionar las carteras: de repente, intensas pérdidas en los “activos seguros” que provocan pérdidas en los “activos arriesgados”: no hay activo que no sufra, no hay activo en el que refugiarse (Nowhere to hide), salvo la liquidez que, en la actualidad, no renta (es más, el repo a corto plazo sobre deuda pública ofrece tipos negativos). Entornos complicados, claves para una buena evolución a largo plazo de las carteras. Y es que cada vez tengo más claro que para conseguir rentabilidades positivas a largo plazo, más importante que aprovechar bien las tendencias alcistas (que obviamente lo es) es tratar de evitar los procesos de corrección, como el que acabamos de observar.
Saldo de los índices Afi de fondos de inversión entre el 15 de abril y el 7 de mayo
Y es que desde mediados de abril, el mercado más sensible a las señales de mejoría económica y al repunte de las tasas de inflación ha sido el de renta fija. La práctica totalidad de referencias a 10 años emitidas por los tesoros han experimentado un repunte de entre 50 y 100 pb. Una elevación más intensa en los tramos largos, por lo que las curvas han dibujado un bearish steepening, esto es, una elevación de los niveles de rentabilidad con aumento de pendiente. Y es que el tramo corto (las referencias hasta 2 años) prácticamente ha permanecido constante. Este movimiento lo que anticipa es ausencia de movimientos inmediatos por parte de los bancos centrales pero expectativas de recuperación económica a medio plazo. En definitiva, un “movimiento sano” que, no obstante, ha provocado pérdidas en las referencias de renta fija en las últimas semanas. Y el movimiento es especialmente reseñable en el Área euro ya que ha coexistido con el programa de compra de activos de renta fija por parte del BCE (el EAPP). Abandonados los mínimos históricos en los niveles de rentabilidad, podríamos entrar en una fase de estabilidad (o incluso relajación) de los tipos de interés. Pero es un claro aviso del movimiento al alza que podríamos experimentar en 2016, cuando se consolide la normalización de las tasas de inflación hacia cotas del 2,0%. En general, el saldo de los mercados entre mediados de abril y la primera semana de mayo es una buena guía de un potencial proceso de turbulencias, más intenso, que podría producirse en la parte final del año si finalmente la Reserva Federal comienza a elevar los tipos de interés. Otro factor de riesgo que podría activar la corrección sería una continuación del encarecimiento del precio, hasta situarse en cotas cercanas a los 100 USD.
Movimiento bearish steepening de la curva del Tesoro español
Y es que desde mediados de abril, el mercado más sensible a las señales de mejoría económica y al repunte de las tasas de inflación ha sido el de renta fija.