Desde la máxima tasa de crecimiento del PIB de 2007 (8,7%), las economías emergentes han experimentado pérdida de dinamismo (gráfico 1). Ésta se intensificó en 2012 como respuesta a las tensiones vividas por sus mercados financieros tras las declaraciones, justo hace un año, de Ben Bernanke anticipando una reducción del QE (“taper shock”). Además, algunos países han sufrido de forma adicional por la caída del precio de las materias primas (que sólo desde principios de 2014 están registrando una recuperación). Latinoamérica, una de las regiones más dependiente de las exportaciones de las materias primas (ver el capítulo 4 del regional Economic Outlook del FMI: “After the Boom: Commodity Prices and Economic Growth in Latin America”[1]), está siendo el área más sensible.
GRÁFICO 1. Crecimiento del PIB de las economías emergentes (Fuente: FMI)
GRÁFICO 2. Evolución del precio de las materias primas (Índice CBR) (Fuente: Bloomberg)
Pero la pérdida de dinamismo de esta región no ha sido común por países. Como se observa en el gráfico 3, Argentina y Venezuela han perdido entre el 3% y el 6% de crecimiento debido a la aplicación de políticas económicas incorrectas. Pero llama la atención el caso de Brasil, que en los dos últimos años apenas ha crecido a tasas del 1,5%, experimentando, por tanto, una intensa desaceleración; y el principal problema es que no es posible anticipar para los próximos dos o tres años una reactivación significativa, de tal forma que el lustro 2012/2016 va a caracterizarse como el de la decepción. Desde luego, no puede asemejarse a la “década perdida” de los ochenta e, incluso, de los noventa, ya que se va a asistir a un crecimiento económico, pero este será, desde luego, inferior al esperado cuando Jim O´Neill incluyó a Brasil en el famoso BRIC[i].
[i] Para tener una justificación más completa y actualizada, ver “The Growth Map. Economic opportunity in the BRICs and beyond”. Portfolio Penguin.
[1] http://www.imf.org/external/pubs/ft/reo/2014/whd/eng/wreo0414.htm