En este entorno económico y financiero tan esquizofrénico que, desde hace unas cuantas semanas, nos está tocando lidiar en nuestra cartera de fondos, uno –y a tenor de los informes que cada día nos hacen llegar muchos analistas y gurús clarividentes de todo el mundo- no sabe si se halla ante las mismísimas trompetas del fin del mundo o, en cambio, lo que escucha es más bien el sonido de las trompetillas de las murgas y chirigotas de Cádiz ensayando para el Carnaval. Y es que algo está bastante claro, y lo venimos señalando desde hace un tiempo; el entorno financiero que esperamos para este ejercicio es de una mayor volatilidad y unos retornos más bajos frente a ejercicios anteriores.
No creemos que estemos ante las puertas del infierno financiero y, en consecuencia, ante el inicio de un cambio de tendencia en las bolsas (lo que supondría una corrección mucho mayor de la que ya hemos sufrido). Sin embargo, sí hay una serie de hechos que, sinceramente, nos preocupan en estos momentos y que haríamos mal en subestimar:
a) La ralentización del crecimiento económico mundial.
b) La “guerra energética” en la que nos hayamos inmersos y sus implicaciones tanto en la reducción de inversiones en el mundo como en las posibles tensiones geopolíticas y sociales que pudieran surgir no sólo en Oriente Medio, sino también en otras latitudes de nuestro planeta.
c) El hecho, más que la sospecha, de que los principales Bancos Centrales del mundo ya no marquen el ritmo de los mercados financieros. Es como si comenzaran a permitir que la banda de fluctuación de volatilidad pudiera ampliarse sin, como hacían hasta hace bien poco, intervenir para evitar situaciones de pánico entre muchos inversores. O, pudiera ser, que quizás se hayan dado cuenta que ya poco pueden hacer para seguir soportando por sí solos un mercado alcista consistente.
d) El deterioro en el sentimiento de los inversores. Los que nos dedicamos a asesorar patrimonios observamos, cada día, una preocupación creciente entre los inversores y, en estos momentos toca gestionar la emoción del miedo.
e) El hecho de que algunos activos (deuda o acciones) sigan sin estar baratos ni siquiera tras las correcciones vividas en los últimos meses.
Siga leyendo en análisis de José María Luna en el número de febrero de 2016 de la revista online de mercados TraderSecrets.
(FOTO: Christoph. G., www.flicr.com)