«La realidad es que entre un AAA y un AA no hay grandes diferencias estadísticamente significativas» respecto a la posibilidad de impago. La afirmación la pueden encontrar en la página 23 del libro «Hay vida después de la crisis» de José Carlos Díez. El economista observador explica que «la posibilidad de impago de un bono AAA de deuda pública está próxima al 0,000005% y la de un AA al 0,0005%». Si la realidad es que en la práctica la posibilidad de impago de la deuda es muy similar con dos que con tres A, ¿debe preocuparle a Francia que Fitch le haya retirado la AAA a la calificación de su deuda este viernes?
Más allá del nulo crecimiento del país o su creciente tasa de desempleo, el primer argumento de Fitch para tomar su decisión es el creciente nivel de deuda sobre PIB de Francia. Y entonces recuerdo a Daniel Lacalle en su libro «Nosotros los mercados» y su insistente mensaje de que las deudas hay que pagarlas.
En su comunicado Fitch advierte de una deuda pública sobre PIB que llegará al 96% en 2014 y que todavía estará en el 92% en 2017. Y explica que sólo le mantiene a un país la AAA con niveles superiores de deuda pública que los franceses: Estados Unidos. El motivo, la flexibilidad en su modelo de financiación y el hecho de que tiene mayor tolerancia a la deuda por el papel que juega el dólar como divisa reserva.
¿Alguno de ustedes ve a una Francia que no pague su deuda? Tanto Díez como Lacalle tiene razón. El primero porque la posibilidad de impago es mínima. El segundo porque sí o sí Francia tiene que pagar su deuda.
Los países hacen frente al pago de su deuda con nuevas emisiones si el estado no ingresa lo suficiente o si gasta más de lo que tiene, así que la solución es clara: Francia tiene que endeudarse menos, pero además debe aumentar sus ingresos vía crecimiento (a mayor actividad mayores ingresos vía impuestos sin necesidad de subirlos e incluso con la posibilidad de bajarlos, bajadas impositivas que a su vez pueden dinamizar la economía) y debe moderar su gasto. Esto el mercado lo sabe, pero este viernes Fitch nos lo ha recordado.
Ahora la pregunta es: ¿hasta qué punto todavía dejan huella las agencias de calificación en el mercado con sus decisiones? El lunes lo veremos.