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03/10/16

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Deutsche Bank: ¿un nuevo Lehman?

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Lo que se conoce como el “momento Lehman” fue un acontecimiento único y creo que irrepetible (al menos durante unas cuantas generaciones). Las consecuencias catastróficas para el sistema financiero y para la economía global se derivaron de unas circunstancias concretas que dieron lugar a un pánico bancario masivo y a un “sudden stop” de la economía. Desde finales de 2007 el sistema bancario en EEUU y Europa manifestaba un severo problema de liquidez por la desconfianza general respecto a la salud de los balances de los bancos. Cuando el crédito se cerró de forma definitiva para Lehman, y las autoridades norteamericanas se negaron a rescatarlo, el banco se acogió a los procedimientos de quiebra entrando en un proceso de liquidación forzado y desordenado que implicaba fuertes pérdidas para los acreedores (bonistas y depositantes). Esto provocó un pánico masivo, por el temor de los grandes inversores (otros bancos, Fondos de inversión ….) a verse atrapados en eventuales quiebras en otros bancos, que dejó sin liquidez al sistema en un momento en que la morosidad se disparaba por el estallido de la burbuja inmobiliaria. El “credit crunch” puso en marcha una recesión global de grandes proporciones que no hizo sino agravar la situación de los bancos en los primeros meses de 2009. A partir de ahí, la actuación de la Reserva Federal con sus programas de liquidez y el rescate de algunas instituciones (Fannie Mae, Freddie Mac, AIG …), favoreció un rápido proceso de saneamiento y recapitalización del sector en EEUU sentando las bases para la recuperación de la economía.

Bancos europeos: la crisis interminable. La salud de los balances de los bancos es un reflejo de la salud de la economía real. El relativamente rápido saneamiento de la banca norteamericana fue posible en primer lugar por la rápida asunción de pérdidas y recapitalización, pero sobre todo por la recuperación de su economía que permitió la vuelta a unos niveles de rentabilidad del negocio bancario razonables. En Europa el proceso está siendo mucho más lento. En parte porque el deterioro de los activos se ha ido produciendo de forma más paulatina, pero sobre todo porque el escaso crecimiento de la economía, el fuerte desapalancamiento del sector privado y los bajos tipos de interés han deteriorado los niveles de rentabilidad de la banca deprimiendo las valoraciones de las acciones.

Indices Bancarios: EEUU vs Europa.

Indices Bancarios: EEUU vs Europa.

 

El caso italiano: un problema de morosidad. El caso de la banca italiana ha estado en el primer plano de las preocupaciones del mercado en los últimos meses. Italia no sufrió una crisis inmobiliaria por lo que la morosidad de su sector bancario ha ido creciendo a un ritmo apreciable desde 2009 por la crisis de su sector manufacturero que es de dónde procede la mayor parte de su morosidad. Actualmente los activos dudosos, netos de provisiones, suponen un 18%  de los préstamos totales, nivel sólo superado por Grecia. En los países “Core” (Alemania, Francia ….) la morosidad no ha sido nunca un problema significativo. De los países periféricos sólo España e Irlanda han afrontado el problema de la morosidad bancaria y la están reduciendo desde 2013 (en España ha caído de un máximo del 9,38% en 2013 al 6,26% en 2015). Por el contrario, en Italia y Portugal la morosidad ha seguido aumentando hasta hoy en que representa un problema de enorme magnitud. La estrategia que han seguido de esperar a que la recuperación de la economía resolviera el problema podría haber funcionado en un ciclo económico normal, pero en esta crisis sólo ha servido para que la propia debilidad de los bancos contribuyera a alargar la crisis por su imposibilidad de dar crédito nuevo. Ahora Italia se enfrenta a un problema de difícil solución con 338.000 millones de euros de créditos dudosos. La necesaria venta de estos activos para sanear los balances requerirá de un programa de ayuda europea y puede generar pérdidas importantes entre accionistas y acreedores. Es esta amenaza, y la posibilidad de que otros bancos europeos puedan también requerir de un “último esfuerzo de recapitalización” la que mantiene bajo presión al sector bancario en Europa en los últimos meses.

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