Está la deflación buena y está la deflación mala. La buena está ligada al aumento de la productividad y la mala está ligada a la bajada de la demanda. Ésta última es la que obsesiona a gobiernos, muchos economistas y bancos centrales, y por eso estos últimos utilizan las herramientas de política monetaria para combatirla. El fenómeno lo explica de manera muy didáctica David Cano en un artículo publicado en 2003 en la revista vasca Ekonomiaz y que les recomiendo. El profesor me hizo llegar el texto hace unos meses ante la inquietud que me provocaba la importancia que los actores económicos le daban a los datos de IPC para manejar los tipos de interés.
El caso es que el debate entre lo bueno y lo malo es una constante. Pasa con el análisis de la deflación/inflación. Pero no solo. Pensemos en la comunicación de una empresa. La hay buena y la hay mala. Más allá de la obligatoriedad de informar a los reguladores del mercado de hechos relevantes, algunas empresas se dedican a comunicar sus logros como si vivieran una Semana Fantástica permanente, pero que cuando baja la marea, ¡chitón! Ése es el caso de Abengoa. Aunque claro, cuando una empresa supuestamente podría “está al borde de la quiebra”, como me explicaba un analista sobre la empresa andaluza, quizás podemos mostrarnos comprensivos con su silencio. El caso es extensible a McDonalds, que ante la continua caída de sus cifras de ventas, anunció este mismo verano que reduciría el número de reportes sobre la evolución de la facturación mensual. (McDonalds, por cierto, acaba de fichar en el departamento de comunicación a un ex asesor del partido Demócrata, porque supongo que la política y la economía crean buenos compañeros de cama). En el lado opuesto están empresas como Grifols, con una política de comunicación tan transparente que hasta cuando se rumorea que Arthur Mas va a acabar en las oficinas de empresa en Canadá como no salgan bien sus planes, se molestan en negar la información a los periodistas que seguimos su estrategia. También incluiría en este grupo a Inditex, donde se conjuga la discreción comunicativa con la amable disposición a atender a los medios, o a las compañías que tienen que entablar una comunicación muy fluida con el mercado y los clientes por la fuerza, para deshacer el entuerto. Es el caso de Bankia en España y será el de Volkswagen tras el escándalo de las emisiones.
La comunicación buena y mala tiene muchos otros ángulos de análisis. Por ejemplo, en política (extensible a la política económica) sucede a veces eso que se llama comunicación de perfil bajo, que es algo así como no comentar ningún rumor o dejar que pase un a polémica, hasta que la gente la olvide. A veces el perfil bajo consiste simplemente en no salir.
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