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24/11/25

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El experimento de eficiencia de Trump se derrumba.

 

 

Ayer la Administración Trump anunció que la ambiciosa oficina del “Departamento de Eficiencia Gubernamental” (DOGE) se cerraba prematuramente sin cumplir sus promesas.

Apenas un año después de ser presentada como una piedra angular de la cruzada de Donald Trump para reducir el gasto público, la Oficina de Eficiencia Gubernamental, conocida como Department of Government Efficiency (DOGE), ha sido disuelta prematuramente. La decisión marca un duro revés para un proyecto que prometía recortes sustanciales, pero que ha dejado pocas pruebas de su impacto: desde su creación el 20 de Enero de 2025, la deuda federal ha aumentado en 2,1 billones de dólares, mientras que el gasto diario promedio de los últimos 325 días ha alcanzado los 6,5 mil millones.

Para ponerlo en perspectiva, sería como contratar un entrenador personal para perder peso y, en lugar de adelgazar, ganar 80 kg en un año: una inversión que prometía eficiencia, pero que terminó produciendo el efecto opuesto.

El director de la Oficina de Administración de Personal (OPM), Scott Kupor, afirmó recientemente a Reuters: “Eso ya no existe”, refiriéndose a DOGE. Señaló que sus funciones han sido absorbidas por el OPM, aunque sin mantener la agresividad original del proyecto.

Promesas ambiciosas, resultados opacos

Cuando Trump anunció la creación de DOGE, el discurso fue contundente: reducir el despilfarro masivo, eliminar regulaciones innecesarias, y reestructurar agencias para hacer el gobierno más ágil. Bajo la dirección de Elon Musk, DOGE emprendió despidos y cierres de oficinas, incluso en organismos sensibles como la EEOC. Sin embargo, los números nunca estuvieron claros y los ahorros proyectados no se materializaron.

Tensiones internas y disidencia

Más de 20 técnicos y empleados renunciaron alegando preocupaciones éticas, y la relación entre Trump y Musk se tensó, con Musk abandonando su cargo tras cuatro meses, señalando que la legislación presupuestaria incrementaba el déficit en lugar de reducirlo.

Disolución prematura y legado incierto

El cierre de DOGE con ocho meses de anticipación ha sorprendido incluso a los escépticos. Algunas funciones fueron absorbidas por el OPM y ciertos empleados fueron trasladados al National Design Studio, creado para “embellecer” sitios web del gobierno. Impacto en la estrategia fiscal

  1. Fracaso simbólico: DOGE fue presentado como un instrumento para reducir el tamaño del Estado y moderar el déficit, pero en la práctica no cumplió sus promesas.
  2. Déficit y gasto en aumento: La deuda ha crecido 2,1 billones desde la creación de DOGE, y el gasto diario promedio en los últimos 325 días ha sido de 6,5 mil millones, muy lejos de cualquier recorte.
  3. Centralización de poder: Aunque DOGE desaparece como entidad independiente, algunas funciones continúan bajo el OPM, reflejando un giro hacia la cautela.
  4. Costos reputacionales y legales: Las críticas éticas y legales continúan, incluso tras la disolución de la oficina.

Conclusión

La desaparición prematura de DOGE es un golpe simbólico al ambicioso plan de Trump para reducir el gasto público. No solo no se lograron ahorros significativos, sino que la deuda y el gasto diario continúan creciendo, dejando en evidencia la brecha entre las promesas de eficiencia y la realidad fiscal. El símil del entrenador personal que hace ganar peso resume con crudeza la paradoja: invertir en eficiencia no siempre garantiza resultados, y DOGE ha quedado como un recordatorio de lo difícil que es traducir medidas radicales en disciplina fiscal real.

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