Estados Unidos es la primera economía del mundo; ese lugar en el que, debido a su idiosincrasia y/o a su particular modo de entender los negocios, se han creado compañías líderes globales muy difíciles de replicar: General Electric, McDonalds, Microsoft, Apple, y un largo etcétera. Un universo de inversión que, en mayor o en menor medida (siempre dependiendo de la capacidad de asumir riesgo que cada uno tenga), debería formar parte de la cartera de un inversor europeo. El fondo que hemos elegido este mes es, precisamente, un fondo de bolsa norteamericana, gestionado, además, con una firma americana: Fidelity. Hemos optado por una clase que, aunque está en euros, no cubre el riesgo divisa. Acertar la tendencia del mercado de divisas es, prácticamente, imposible. No obstante, creemos que es una opción muy interesante desde el punto de vista de diversificación de carteras que, en su mayor parte, estén vinculadas a la divisa europea.
Quede claro, como siempre, que no se trata de una idea comercial, sino de una alternativa de inversión que siempre recomendamos valorar de la mano de un asesor independiente y en función del perfil de cada uno, sobretodo cuando estamos hablando de un producto de renta variable y con exposición a riesgo de divisa.
FIDELITY AMERICA es un fondo de renta variable que invierte, como mínimo un 70% de su patrimonio en acciones estadounidenses, aunque tiene libertad para incorporar, si el gestor así lo estima adecuado, acciones cotizadas en otras áreas geográficas (actualmente cuenta con algo de exposición a Canadá y Reino Unido).
Al frente del mismo se encuentra Ángel Agudo – también gestor del Fidelity America Special Situations –, profesional que, como suele ser habitual en una casa como Fidelity, comenzó su carrera siendo analista (lo hizo en 2005 dentro del equipo de renta variable europea).
Bajo un enfoque de inversión disciplinado, basado en el análisis individual de cada empresa (bottom-up), Agudo trabaja con la idea de que el mercado es ineficiente a la hora de valorar aquellas compañías que han pasado por periodos de dificultades y, en consecuencia, no cuentan con el favor de los inversores. Él fija su atención en dichas acciones, pero construyendo la cartera a base de compañías que se encuentran en distinta fase dentro del proceso de recuperación (así, trata de hacerlo bien en cualquier entorno de mercado). El fondo muestra preferencia por aquellas compañías que presentan cambios positivos en sus fundamentales (por ejemplo crecimiento de ingresos o mejora de los márgenes), así como por aquellas otras con balances financieros saludables y sólidos flujos de caja.
El objetivo del gestor es crear una cartera muy concentrada (entre 50 y 60 compañías) y, por tanto, no ligada a ningún índice, con una posición máxima por valor del 5% (en función de la convicción, esta posición puede moverse entre el 1% y el 5%).
Actualmente, sus principales apuestas son, además de un ETF sobre el S&P 500, Oracle, Microsoft, JPMorgan Chase, CVS…
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