El privilegio de la banca y su creatividad contable: excelentes beneficios y una menor solvencia patrimonial

 

En el año 2006 se estableció en Estados Unidos la norma FAS 157 por la que los bancos debían contabilizar sus activos, incluido los tóxicos o ilíquidos, a precio de mercado o en su defecto al precio de negociación de activos similares.

Tras la crisis financiera del 2008 con las hipotecas subprime esta medida fue criticada por muchos, hasta el punto de mencionar que esta norma fue la causante y la detonante de la crisis. En mi opinión nada más lejos de la realidad. La crisis no fue causada por una norma contable cuyos fundamentos se basan en principios básicos de contabilidad: el balance debe reflejar la situación patrimonial real de una empresa, y las pérdidas por el criterio de prudencia deben reflejarse en el momento que se producen con independencia de que sean o no materializadas.

La verdadera causa de la crisis subprime fue la concesión irregular de préstamos hipotecarios a personas sin capacidad de repago, a una burbuja inmobiliaria sin precedentes, a unas calificaciones crediticias fraudulentas sobre bonos respaldados por hipotecas de alto riesgo, y a un sinfín de irregularidades e irresponsabilidades que estuvieron cerca de acabar con el sistema financiero.

Sin embargo tras la crisis del 2008 y siguiendo el criterio aplicado en Europa desde el 2004, la autoridad contable americana decidió eliminar la norma FSA 157 y contabilizar ciertos activos del balance a precio de adquisición en lugar de a precio de mercado.

Se estableció la norma (que es la rige hoy en día en todas las entidades) consistente en clasificar la cartera de Renta Fija de un banco en dos epígrafes: Held to Maturity (HTM) y Available for Sale (AFS), es decir, activos para ser vendidos para atender necesidades extra de liquidez, y activos a mantener hasta su vencimiento.

La norma determina que todo activo dentro de la cartera de Held to Maturity se contabiliza a precio de compra en el balance, y las pérdidas latentes en caso de existir no quedan reflejadas ni en la cuenta de resultados ni en el balance de la entidad. Por otro lado en los activos contabilizados en la cartera de Available for Sale, las pérdidas latentes si se contabilizan en el balance como menor patrimonio neto, sin afectar ni reducir al capital regulatorio y sin quedar reflejadas tampoco en cuenta de resultados.

Todo esto lo explico a fin de que se pueda entender cómo es posible que teniendo la banca semejantes pérdidas latentes en sus carteras de renta fija como consecuencia de la subida de tipos de interés, no haya salido hasta ahora ninguna información ni detalle al respecto, y que haya sido el colapso de este año de la entidad Silicon Valley Bank quien haya traído a colación este tema.

Hoy un banco con una cartera de Renta Fija de duración media de 5 años tiene unas pérdidas latentes en torno al 15% del valor total de su cartera. De hecho estas pérdidas latentes en la banca americana han sido estimadas recientemente por el FDIC en 684,000 MM de USD (adjunto gráfico).

 

En mi opinión y tras la crisis subprime el criterio actual es el acertado sólo en activos ilíquidos, volátiles, o difíciles de valorar, para permitir a las entidades cierta flexibilidad a la hora de maniobrar y poder evitar colapsos y pérdidas patrimoniales significativas en ciertos momentos de stress. Sin embargo para nada comparto el criterio en las carteras de deuda pública, cuando se trata de activos líquidos, transparentes, y donde la entidad dispone de las herramientas financieras necesarias para gestionar el riesgo (como son los swap de los tipos de interés).

Al igual que la norma 157 fue nombrada por muchos como la culpable de la crisis subprime dejo en el aire tres preguntas:

  1. ¿No habrá sido la actual norma el origen este año del colapso del Silicon Valley Bank?
  2. ¿No es esta creatividad contable una manera de premiar la gestión imprudente de las entidades?
  3. ¿Cuál es el incentivo para la banca de gestionar correctamente la cartera de Renta Fija?

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