El rendimiento de la renta fija

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En occidente la situación es singular, nos encontramos con tipos reales negativos. Con la renta fija pública en la mayoría de países no batimos la inflación. Se trata de un activo con el que no conseguimos mantener nuestro poder adquisitivo y palía sólo parcialmente el empobrecimiento que genera la inflación. A mayo de 2013 en la eurozona teníamos un interés real de -0,62%, en Reino Unido del -1,75% y en USA del -1,43%.

Esos tipos reales negativos no se deben tanto a unas inflaciones especialmente bajas, sino a unos rendimientos de la renta fija extraordinariamente bajos. En USA desde hace más de 25 años las valoraciones de su deuda (no sin oscilaciones) están subiendo. Y este hecho no sólo es válido para la deuda pública, si miramos desde el 2000, nunca habremos visto unas las rentabilidades de los bonos high yield más bajas que las actuales y lo mismo ocurre para la renta fija emergente.

El día 22 de mayo tuvo lugar un hecho trascendental para los mercados. Bernanke, actual gobernador de la FED, puso de manifiesto una realidad: el dinero es finito. Los 85.000 millones de dólares que se aportaban con carácter mensual con el fin de estimular a los mercados y que la economía no volviese a recaer serán retirados progresivamente según mejoren los indicadores económicos, entre los cuales se fijaban con especial atención en el empleo.

Tras el comunicado de la FED las caídas estacionales de mayo (sell in may and go away se ha convertido en algo más que un aforismo) se extendieron a todos los activos cotizados. Empezaron a caer las acciones, bonos, materias primas, divisas emergentes… Nos vino a la mente algo que tenemos grabado a fuego, las aterradoras caídas del inicio de la crisis. Vimos como, a pesar de disponer en el sistema de liquidez por más de 168.000 millones de euros y de que el retorno obtenido por los depósitos sea cada vez menor, el dinero desaparecía, salía de todos los activos, como volatilizado por un miedo irracional que provocaba un sell-off que ha afectado con especial virulencia a la tranquilidad de los inversores que, tras los palos sufridos por esta pertinaz crisis, guardaban su dinero en la renta fija tras los reveses sufridos en la renta variable años atrás.

Una de las pocas explicaciones que podemos encontrarle al nivel de liquidez existente es el de la trampa de liquidez en la que nos hayamos. Si en todos los tratados de economía se define la trampa de liquidez como aquél nivel de rentabilidad para mis ahorros a partir del cual me da lo mismo tener el dinero invertido o en liquidez en el 2%, imaginaros qué no pasará en la actualidad.

Francisco Jesús Muñoz Gutiérrez

Banquero privado

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