Cada vez que veo al yen dar un paso más en la depreciación frente al resto de divisas, no puedo evitar acordarme de ciertas personas. Ciudadanos japoneses para más detalle.
Hace aproximadamente un año tuve el privilegio de visitar Japón. Digo privilegio porque viajar y disfrutar de conocer lugares y personas en el mundo lo considero un privilegio y una auténtica fuente de enriquecimiento personal. Ya ven, los hay que sueñan con el día que puedan estar operando en los mercados 24 horas los 365 días del año, y otros soñamos con tiempo (y, obviamente posibilidad económica) para estar con la familia, amigos y viajar o como se suele decir «conocer mundo». Quienes me conocen ya saben cómo pienso, trabajo como gestor en una sociedad de valores, muy feliz personal y profesionalmente por cierto, pero es eso, mi trabajo, que por supuesto intento desarrollar lo mejor posible. Ni es mi hobby ni mi fuente única de desarrollo personal. Cada cual es libre en enfocar su vida en la dirección que más le plazca, por supuesto…
El caso, es que cuando visité Japón, el yen cotizaba en niveles muy alejados de los actuales, 100 yenes por euro, es decir entorno a 30 % respecto a niveles actuales y casi en máximos de un proceso de apreciación que había comenzado en 2008 (niveles de 170). Obviamente, eso supone que el mismo producto o servicio adquirido en términos de euro resulta un 30 % más asequible (barato) hoy que hace un año para un visitante europeo.
La razón por la que me acuerdo de algunos ciudadanos japoneses, como he comentado en la entrada, radica en la queja o, más bien, lamento que transmitían algunos de dichos ciudanamos hace un año, cuando veían en la fortaleza de su divisa un claro handicap para la reactivación del turismo y ventas al exterior. Máxime si tenemos en cuenta el varapalo que sufrió Japón tras el terremoto y accidente en la central nuclear de Fukushima. Ciudadanos que ni eran economistas ni expertos en mercados cambiarios, pero que conocían perfectamente las (teóricas) «ventajas» para sus negocios de un yen más débil que elevase la capacidad adquisitiva de quienes visitan su país. Algunos de ellos, iban más allá y culpaban al gobierno de entonces ( en diciembre de 2012 hubo elecciones y cambio de gobierno) de no hacer nada al respecto; imagino que ahora, esos mismos ciudadanos que tenían esa visión serán felices viendo la depreciación que se ha producido, por la parte que les toca eso sí porque desde luego quienes tengan que importar bienes y servicios (en Japón) seguro que no están tan contentos.
No sé si por consolarles o porque realmente lo pensaba, yo les decía que en cualquier caso, en algunos países como España, buena parte de la población estaba atravesando problemans derivados principalmente de la pérdida de su puesto de trabajo y por muy depreciado que estuviera el yen, dificilmente iban a tener entre sus prioridades organizarse un viaje a Japón.
Me encantaría saber si un año después, y con el notable proceso de depreciación que se ha producido y que por cierto, ya saben, desde Trader Secrets venimos defendiendo que no debemos dar por finalizado (lean revista número 9 por ejemplo), el impacto favorable que esperaban aquellas personas se ha producido. Bueno, tal vez sea una razón para volver a ir, y preguntárselo en persona. Les aseguro que no me importaría repetir…