Las cifras de empleo de Estados Unidos publicadas mensualmente por la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés) se han convertido en un termómetro político y financiero. Pero tras la aparente precisión de estos datos se oculta una historia de manipulaciones, presiones políticas, y una peligrosa indiferencia del mercado hacia la verdad estadística.
Trump y el despido de la directora del BLS
En la administración Trump se desató una tormenta cuando la entonces directora del BLS fue abruptamente despedida tras una serie de publicaciones que aunque técnicamente precisas contrariaban el discurso optimista del presidente sobre la recuperación económica post-COVID. El despido fue interpretado por muchos como una advertencia: los datos deben alinearse con la narrativa oficial o habrá consecuencias.
Este episodio puso de manifiesto una inquietante realidad: incluso los organismos técnicos pueden ser vulnerables a la politización. El propio Trump llegó a acusar al BLS de publicar cifras «negativas» para perjudicar su imagen antes de las elecciones, a pesar de que las revisiones posteriores confirmaron la desaceleración en la creación de empleo.
Errores sistemáticos y revisiones ignoradas
Uno de los aspectos más problemáticos del actual sistema de medición es el patrón recurrente de revisiones a la baja. En los últimos años se ha observado que muchos reportes iniciales sobre empleo (el famoso «non-farm payrolls») presentan cifras infladas, que luego son corregidas silenciosamente uno o dos meses después. Por ejemplo, un informe que inicialmente muestra la creación de 250,000 empleos puede terminar ajustado a solo 160,000 en la revisión final.
Estas revisiones rara vez generan titulares. Wall Street y los algoritmos de trading reaccionan en tiempo real al primer número publicado, sin tener en cuenta que ese dato es provisional y sujeto a cambios. Esta miopía crea una distorsión peligrosa: se toman decisiones de inversión, políticas monetarias, e incluso electorales basadas en información incompleta o incorrecta.
¿Error o estrategia?
La pregunta inevitable es si estas inexactitudes son simplemente errores estadísticos — difíciles de evitar en una economía tan compleja— o si responden a una estrategia para manipular la percepción pública.
Varios economistas han señalado que el modelo utilizado para ajustar estacionalmente los datos y las estimaciones preliminares de empleo puede estar sesgado estructuralmente. Además las presiones políticas como las que se vieron durante la administración Trump, generan dudas sobre la independencia real del BLS.
Consecuencias económicas y políticas
La sobredependencia en los primeros datos sin atención a las revisiones contribuye a burbujas de confianza infundadas. Los bancos centrales, especialmente la Reserva Federal, se ven forzados a tomar decisiones con base en estadísticas potencialmente defectuosas. Esto puede llevar a errores de política monetaria, como subir o bajar tasas en momentos inapropiados.
En el plano político los gobiernos pueden capitalizar cifras optimistas para ganar apoyo, mientras minimizan o ignoran las revisiones posteriores que pintan un cuadro menos halagüeño. La falta de escrutinio por parte de medios financieros y del propio Congreso solo refuerza esta dinámica.
Urge una reforma
Las cifras de empleo siguen siendo un indicador clave para entender la salud económica de Estados Unidos, pero el actual sistema de publicación y revisión está roto. Es necesario exigir mayor transparencia sobre las metodologías, garantizar la independencia institucional del BLS, y fomentar una cultura mediática y financiera que no se quede solo con el primer titular.
Hasta que eso no ocurra Wall Street seguirá corriendo tras un espejismo y los ciudadanos estadounidenses seguirán tomando decisiones basadas en datos que no reflejan del todo la realidad.