Lo que estamos viviendo estos días en Grecia me hace escribir este mes insistiendo en la idea que Mario Draghi ha defendido muchas veces: y es que el proyecto europeo es mucho más fuerte de lo que la gente se cree, y es mucho más sólido de lo que nos hacen creer desde fuera. Cuando escuchamos Grexit, Brexit, Frexit etc., siempre la fuente de información es la misma: el mundo financiero anglosajón. No quiero criticar ni mucho menos a todos los miembros del sector, pero sí resaltar que evidentemente hay un interés importante desde la comunidad financiera anglosajona por debilitar a Europa. Es lógico, son nuestros competidores, ya que no nos podemos olvidar que en una economía cada vez más globalizada todas las zonas geográficas competimos por mantener nuestros estándares de vida en un mundo donde la competencia es cada vez mayor.
Siempre he sido un fuerte defensor de Europa y siempre he mantenido un sentimiento muy europeísta. Me parece fascinante como ciudadano europeo la idea y el concepto de Europa, y creo que la sociedad, que ha tomado una actitud quejosa con la situación actual no es consciente de que su situación sería muchísimo peor y sus estados de bienestar y progreso serían muy inferiores a lo que conocen de no ser por esa gran idea de Europa, sobretodo en un mundo globalizado como el actual. Culpar a Europa de nuestros malos creo que sería egoísta, ya que esa integración nos ha dado mucho más de lo que nos ha pedido. Además, los problemas regionales que se viven en Europa son todos ellos casi siempre motivados por el desacierto de los políticos locales y por la idiosincrasia de sus gentes. Tenemos mucho que agradecer a Europa, y la verdad que me impresiona ver que en Grecia, a pesar de la situación económica que viven, el 80% de las sociedad (siempre según las encuestas) sigue siendo europeísta, lo que demuestra que los ciudadanos somos mucho más conscientes que nuestros políticos, del bien que nos ha hecho Europa y tenemos una idea de integración probablemente mucho más acelerada que la que nuestros políticos se empeñan en retrasar. Precisamente desde mi punto de vista ese es el principal escollo del proceso europeo. Los políticos y el retraso con el que avanza la integración.
Recuerdo que en mis años de universidad, cuando cursaba la asignatura de Economía Europea, mantenía debates abiertos con mis profesores y siempre concluía con la misma idea: es mejor una mayor integración de los que ya estamos, que solo centrarnos en la idea del mercado común y la moneda única e integrar muchos países sin haber hecho al núcleo mucho más sólido. Por desgracia el tiempo ha demostrado que aquello que yo con mis escasos conocimientos de juventud ya había visto, generaría más tarde una profunda crisis. Pero esta crisis, ¿es fruto de la casualidad o es necesaria para que demos pasos hacia adelante en la integración? Esa duda que muchas veces merodea mi me mente creo que es la respuesta a la situación actual de la zona Euro. La realidad es que una crisis como la actual era necesaria para volver a avanzar hacia una mayor integración Europea. Dicha integración sería ceder soberanía a un Parlamento Europeo votado por el conjunto de la ciudadanía, y esa mayor integración se traduciría en un manejo del presupuesto público desde Europa tras la unión fiscal y no desde los gobiernos locales. Eso es a lo que los gobiernos nacionales y locales se resisten a ceder, y probablemente la única forma de que cedan es estar en una situación de crisis donde la única solución para seguir creciendo a futuro sea más Europa.
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