Largo debate el que podríamos desarrollar sobre si existe decadencia europea o no, suponiendo que en algún momento haya existido un período de esplendor. Y podríamos hacerlo enfocándolo en sus distintas vertientes. Institucional, estructural, económica, de su sistema financiero, etc…
Sea cual sea el enfoque desde el que sometamos a prueba, lo indudable es que no estamos precisamente en los mejores años de Europa como proyecto común. Dicen que en los momentos de dificultad es cuando se aprecia la fortaleza de a quien la vida somete a duras pruebas.
Los euroescépticos no se tienen que esforzar mucho últimamente para encontrar razones con las que atacar al modelo diseñado en torno a la idea de una moneda común. Ya he expresado en muchas ocasiones mi opinión. La moneda única es un juguete financiero diseñado por políticos, con criterios de convergencia de dudoso cumplimiento en términos reales en el momento de la puesta en circulación. ¿Se han preguntado como es posible que un café en España pasara de la noche a la mañana a valer 1 euro frente a las 120 pesetas que valía apenas una semana antes?. Una moneda común puede tener sentido, por supuesto y con todo lo que implica, pero requiere de un proceso previo en el que las diferentes realidades se aproximen lo máximo posible para evitar que los desequilibrios acaben pasando factura a la mínima dificultad.
Y, no han sido pequeñas dificultades, precisamente, las que se han presentado en los últimos años. Para entendernos todos ¿cómo justificar dar idéntico tratamiento médico a pacientes que acuden a la misma consulta con diferentes dolencias? O incluso, aunque tengan la misma enfermedad el grado de gravedad sea diferente en uno u otro paciente… Pues eso, que hablar de misma política monetaria para las condiciones económicas de Alemania y Portugal es como hablar de recetar la misma medicina a quien se ha torcido un tobillo que a quien sufre hipertensión.
Llegados a este punto e igual que manifiesto mi desconfianza en los arquitectos que diseñaron el modelo, les digo que considero que la ruptura de la UEM sería la peor de las soluciones en los tiempos actuales. Con sus defectos de forma, ante las dificultades, el grupo unido, es más fuerte que la suma de las individualidades. Eso sí, ojala cuando vengan tiempos mejores, se tomen en serio la tarea de reforzar los pilares sobre los que se construyó la UEM y que en su día se levantaron con más arena que cemento.
Por cierto, que la idea de compartir esta reflexión me ha surgido escuchando un tema, European decadence, de Shane. La versión de estudio suena estupenda, pero les aseguro que mucho mejor aún en los conciertos que habitualmente ofrecen. Un día oí a alguien decir que la buena música es aquella que se escucha en directo, y le aseguro que yo llevo unos cuantos años disfrutando de los conciertos de Shane .
Feliz San viernes y buen fin de semana.