Primus circumdedisti me (“El primero que me dio la vuelta”). Leyenda del escudo que Carlos I otorgó a Juan Sebastián Elcano tras dar la vuelta al mundo.
Tres años y 16 días de navegación y un recorrido de 14.000 leguas. Es lo que necesitó Juan Sebastián Elcano para dar la vuelta al mundo, y convertirse en el primero en hacerlo. Partió de Sevilla en agosto de 1519 como contramaestre de una de las cinco naves de la expedición que dirigía el portugués Magallanes, quien falleció poco después de descubrir las Islas Filipinas. Elcano fue el encargado de liderar el la vuelta a casa. Tras atravesar el Índico y bordear África sin escalas para evitar ser capturados por los portugueses, este guipuzcoano llegó a Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522. Elcano ha pasado a la historia por ser el primero en dar la vuelta a la Tierra (Primus circumdedisti me, dice la leyenda de su escudo), aunque como sucede casi siempre que hablamos del mar, el origen del viaje impulsado por Magallanes no era otro que descubrir una ruta alternativa para realizar transacciones comerciales con tierras asiáticas, lo que Colón no llegó a hacer. Y es así como estamos ante una más de las muchas historias en las que economía y mar convergen, si es que alguna vez se pudo entender a la una sin el otro: que si las empresas de seguros nacieron para cubrir los riesgos de que barcos piratas atacasen a los que transportaban mercancías; que si la Compañía de las Indias Orientales logra convertir a la bolsa de Ámsterdam en el centro financiero del mundo en el SXVIII; que si el Baltic Dry Index mide el flujo de mercancías por barco y anticipa el momento del ciclo que atravesamos; que si los petroleros usan el mar a modo de garaje a la espera de mejores precio para refinar el crudo… Y casi sin quererlo, lo de embarcarse se acaba convirtiendo en algo habitual cuando hablamos de números. En lo literal y en lo metafórico.
También ahora estamos embarcados en muchas aventuras. Lo que no tengo claro son las coordenadas (grados, minutos y segundos) en los que nos encontramos, y no lo digo por Grecia. El mes de abril lo hemos despedido con una preocupación especial respecto al mercado de bonos y no tanto porque no se supiese que las rentabilidades estaban en niveles muy bajos, sino porque creo que no todos en el mercado tienen claro hacia dónde van los precios de la renta fija (cerca de 30 países han bajado los tipos de interés en los cuatro meses que llevamos de 2015 y a estas alturas dos terceras partes de los bonos soberanos en el mundo registran rentabilidades negativas si incluimos las lecturas de inflación). La preocupación se extiende al analizar el impacto que la fluctuación de los precios de petróleo y divisas tienen en la economía global, porque si bien en los últimos meses la bajada del euro y el crudo ha jugado a favor de eurozona (y ha podido perjudicar a la economía estadounidense), la vuelta experimentada por el precio de estos activos puede truncar una parte de la dulzura de la recuperación económica. En medio de las incertidumbres, las expectativas: la de que los resultados de las empresas confirmen en Europa que la expansión va en serio, y la expectativa de que el QE que tanto ha tardado en llegar al viejo continente se transmita de verdad a la economía real, como dice Mario Draghi que ya está sucediendo. Y mientras en Oriente, Japón parece haberle jurado amor eterno a la máquina de fabricar dinero y China se ha occidentalizado tanto que muchos ya descuentan que también nos quiere imitar en eso de una expansión cuantitativa para agilizar su economía.
Si ustedes me lo permiten, y más allá del análisis concreto de mercados o empresas tanto fundamental como técnico que van a encontrar en las próximas páginas de TraderSecrets, yo tengo la sensación de que aquí nadie sabe hacia dónde va esto, hacia dónde se dirige la economía. Vamos, que si volvemos al mar cualquiera diría que las cartas náuticas empleadas hasta la fecha no sirven de mucho. Y yo ya no sé si para tener pistas debo leer las actas de las reuniones de los bancos centrales o el blog de Ben Bernanke, o si debo quedarme con los datos adelantados de encuestas como el PMI o si debo entender que las subidas de precios que aplican Telefónica o Mercadona son el mejor síntoma de que la cosa tira.
De Juan Sebastián Elcano destacan su capacidad para asumir riesgos, su sensatez, su prudencia, su valentía, su inconformismo. Características necesarias para un buen líder (el de cualquier empresa), para quien se embarca en un proyecto. Pero supongo que al final en alta mar lo que mejor hizo Elcano fue mantener la cabeza fría y a la tripulación a raya para transitar una ruta en parte desconocida y peligrosa y que no solo le llevó de vuelta a casa, si no que le permitió confirmar algo que por aquel entonces no era tan obvio, que si navegas siempre hacia el mismo lado, acabas llegando al mismo punto de partida. Quizás nos vendría bien leer su diario de a bordo.