La gran caída de los precios del petróleo y otras materias primas se inicia a mediados de 2014. Durante los primeros meses no tiene un gran impacto en otros mercados hasta que en el verano de 2015, la devaluación del yuan y el hundimiento final del crudo generan importantes turbulencias en los mercados poniendo en marcha una importante fase correctiva en las Bolsas. El argumento económico que ha justificado la caída de los mercados es que la crisis del petróleo iba a provocar una severa desaceleración de la economía global. La recesión/desaceleración de muchas economías emergentes, directamente influida por la caída de las materias primas, iba a acabar trasladándose a las economías desarrolladas provocando una nueva recesión global.
Una economía resistente pese a todo. Lo cierto, sin embargo, es que ese escenario no se ha concretado. La economía norteamericana ha sufrido cierto impacto de la crisis del petróleo, pero casi exclusivamente en los sectores directamente relacionados con la actividad minero-energética. La economía europea ha mantenido un ritmo de crecimiento muy estable sin que se aprecie impacto alguno por el peso de esta actividad en su economía. En Europa el efecto negativo viene por la vía de una inflación muy baja que está dificultando el proceso de desapalancamiento. El hecho de que los precios del petróleo hayan rebotado con fuerza recientemente, debería servir para ahuyentar los temores a una recesión global e incluso favorecer una revisión al alza del crecimiento en próximos trimestres.
Siga leyendo el análisis de Nicolás López en el número de junio de 2016 de la revista online de mercados TraderSecrets.
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