La recuperación tras la Gran recesión de 2008-09 siguió caminos divergentes entre el centro y la periferia de Europa. Países como Francia y Alemania habían recuperado para 2011 el nivel del PIB real anterior a la crisis, mientras que en la periferia la recesión fue más profunda y la recuperación inicial más débil. La diferencia se ahondó en 2011-2013 cuando la crisis del euro sumió a la periferia en una nueva y profunda recesión que en los países del centro fue un simple estancamiento. A mediados de 2013 esta recesión finaliza y desde entonces la Eurozona ha mantenido un crecimiento sostenido aunque algo desigual según los países: España crece con fuerza, Alemania mantiene una gran solidez y Francia e Italia han tenido un crecimiento más débil aunque recientemente se está acelerando.