Fritz Kahn fue un médico judío alemán (1888-1968) que hace 100 años recurrió a las metáforas a través de los dibujos para explicar el funcionamiento del cuerpo humano. Lo descubrí gracias a este artículo publicado en El País http://elpais.com/elpais/2013/08/30/eps/1377855243_760170.htm. Para que los ciudadanos y estudiantes entendieran qué sucedía en nuestro cerebro, en el estómago o en los pulmones, Fritz Kahn simuló una fábrica en la que pequeños hombrecitos trabajaban de manera coordinada. La labor pedagógica de este médico fue impresionante: hace 100 años el acceso a los libros era limitado, circulaban pocas fotografías y el cine estaba en pañales. Dibujos que simulaban fábricas, que simulaban máquinas perfectas… ¡Qué curioso! Fritz usó el sector industrial para explicar el funcionamiento del cuerpo humano, y ahora en economía usamos metáforas en las que recurrimos el cuerpo humano para entender o explicar la importancia de los números: la demanda es la sangre de la economía, el crédito es el oxígeno… Pero todo viene a ser lo mismo: el papel que cada uno juega en una organización. Cada uno tiene su función, su aportación, su significado o sentido. Sucede en el cuerpo humano y en la economía, pero por supuesto también en una empresa, en la organización de un Estado (bueno, aquí quizás he echado un piropo inmerecido), en una comunidad… ¿Sucede en una revista?
TraderSecrets cumple dos años. Ni ustedes ni servidora somos mucho de celebrar aniversarios, ¿a que no? Pero creo que merece la pena dedicarle unas palabras al de esta revista. Merece la pena porque TS nació con lo puesto, que eran ganas de trabajar. Merece la pena porque TS apostó desde el primer momento por un solo formato, el online, cuando no lo hacían las revistas de mercados financieros en España. Merece la pena porque TS no es un soporte en el que valga escribir cualquier cosa. Y esto último me preocupa cuando nos referimos a los mercados financieros porque se dicen y se publican tantos análisis… Ya sé que discernir entre lo bueno y lo malo depende de cada uno; incluso es posible que no exista análisis malo si a alguna persona le sirve como instrumento (conseguir minimizar pérdidas y maximizar beneficios). Pero igual que el Watergate dio lugar a mucho aspirante a periodista, la Gran Recesión ha dado lugar a mucho aspirante a analista. Si a usted un periodista (muchas veces solo son comunicadores) no le convence, zapea de televisión o radio o deja de leerle, ¿verdad? Pero, ¿cómo hace para saber si un analista le convence o no? ¿Sigue su método? ¿Apunta en una libreta el análisis y lo chequea? ¿Va a sus cursos? ¿Paga por conocer su método? Lo dicho. Analizar el mercado o la economía o una empresa es más que escribir 140 caracteres.
Una revista también funciona como una máquina: se establece un calendario de trabajo, se revisan los textos entregados y se coordina que no se produzcan repeticiones, se negocia la fotografía de portada, se comentan las imágenes interiores, se maqueta y se supervisa el producto final antes de lanzarlo al público objetivo. Y nada debe fallar para que la publicación llegue al quiosco (quiosco ficticio en el caso de TS). Usted ve y lee el resultado, que es lo que importa. Desde dentro se ve el proceso y es apasionante. Y aún recuerdo como empezó todo: fue al término de un programa de radio de una tarde otoñal de 2012 cuando Ortega (el analista) me confirmó el lanzamiento de la revista de la que llevaba algún tiempo hablándome. “Es una publicación que va a conjugar macro con empresas, técnico con fundamental. Vente y escribe sobre lo que consideres”. Creo que el señor Ortega no lo sabía, pero es el mejor regalo que se le puede hacer a un periodista.
Y ¿el análisis? ¿También funciona como una máquina de las de Fritz Kahn, como una máquina dentro de un cuerpo?