Seamos realistas. Cada uno de nosotros, seamos más o menos aficionados al juego, soñamos con lo mismo: con que algún día, ese número que guardamos celosamente en la cartera desde hace meses −y que compartimos con los compañeros de trabajo, los habituales del bar de las esquina, la escuela de fútbol de nuestro hijo y un largo etcétera de compromisos– coincida con las bolas extraídas por los niños de San Idelfonso un 22 de diciembre cualquiera. Es difícil, sí, lo sabemos −casi imposible−, pero la probabilidad está ahí. Y todos parecemos preparados para afrontar ese gran día.
Pero, ¿es así realmente? ¿Qué haría usted si le tocara el Gordo de Navidad? Probablemente, el primer día, alguna que otra tontería, como invitar a primos y amigos que no sabíamos ni que existían y, claro, darnos algún capricho inservible. El placer por el placer… Pero llegará un momento en el que tengamos que analizar seriamente la situación y ahí, amigos, es cuando se nos planteará el gran dilema: ¿Qué hacemos con el dinero?
Llega, pues, la hora de pensar en clave de futuro. Y para empezar, el primer disgusto: nos toca sacrificar el 20% del premio, ya que −recuerden− desde el 1 de enero de 2013 todos los premios de Apuestas y Lotería del Estado tributan. Es decir, nuestro nuevo patrimonio no será de 400.000 euros, sino que habremos de partir de un poco más abajo: 320.000 euros. Un buen “pico”, en cualquier caso. Si a ello, le quitamos esos 20.000 euros “sobrantes”, que utilizaremos, por ejemplo, para tapar algún agujero, pongamos que hablamos de un montante de unos 300.000 euros.
Pues bien, antes de empezar a invertir en los distintos activos financieros (acciones, bonos, fondos de inversión, depósitos, etc), así como en los no financieros (principalmente, inmuebles), lo razonable sería hacer un buen análisis de nuestra situación patrimonial, así como de nuestras necesidades de liquidez, tanto a corto como medio y largo plazo; además de tener claro el grado de riesgo que queremos asumir con nuestras nuevas inversiones.
Tras ese examen patrimonial (imprescindible), llegará el momento de distribuir correctamente el dinero del “Gordo”. Obviamente, muchos podrían caer en la tentación de sacar el máximo rendimiento a ese patrimonio. El dinero es goloso… Pero habrá que ser comedidos y adoptar una estrategia moderada, sobre todo si nuestro perfil de riesgo no es el de un típico “bolsista”. Estamos, además, en un proceso de recuperación económica, en el que aún se mantienen ciertas incertidumbres: para empezar, el recorrido de las políticas monetarias de los principales bancos centrales del mundo (Reserva Federal, BCE…).
¿Qué recomendamos desde PROFIM? Aunque habría que estudiar cada caso (edad, perfil, horizonte temporal, necesidades presentes y futuras, etc), y teniendo en cuenta que nosotros creemos que el fondo de inversión es el mejor vehículo para gestionar un patrimonio (liquidez, fiscalidad, seguridad, diversificación, entre otras ventajas…), una buena distribución de esos 300.000 euros sería la siguiente:
- Un 10% en fondepósitos, es decir, en fondos que invierten una parte importante de su patrimonio en depósitos. Tras las recomendaciones realizadas, hace ya un tiempo, por el Banco de España, es difícil hoy para un particular conseguir una buena remuneración a través de un depósito. No lo es tanto para un inversor institucional (y el fondo de inversión lo es), quien sigue teniendo aún cierto margen de negociación con las entidades. Así que con un fondepósito, o similar, podremos hacer que nuestra liquidez esté aceptablemente remunerada. Un buen ejemplo sería el Gesconsult Corto Plazo, fondo que tiene aproximadamente un 66% de la cartera en depósitos, y que este año sube un 2,6% (mucho más que cualquier depósito bancario).
- Un 10% en deuda pública periférica (principalmente española e italiana) y con un vencimiento inferior a 5 años. Un fondo adecuado sería, por ejemplo, el Amundi Fondtesoro Largo Plazo que, pese a su nombre, invierte en deuda pública española de 3 a 5 años (su duración actual es de poco más de 3 años).
- Un 40% en fondos mixtos de renta fija y de renta variable, pero con una característica común: que sean productos flexibles y de gestión activa. Por ejemplo, el Pareturn Cartesio Equity, versión luxemburguesa del Cartesio Y. Un porcentaje de este 40% podría ir también a algún fondo especializado en bonos convertibles (con una delta baja, es decir, más pegado a un producto de renta fija que de renta variable).
- El restante 40% en fondos de renta variable. Si hubiera que elegir uno, nos quedaríamos con un global de gestión dinámica, donde el gestor diversifica entre los principales mercados bursátiles del mundo en función de las perspectivas macroeconómicas. Es el caso del First Eagle Amundi International Fund. Para una cartera algo más diversificada, seguiríamos con fondos de renta variable USA, de renta variable española y del resto de Europa, así como de renta variable japonesa y de renta variable sectorial (sobre todo sector consumo, tecnológico e industrial).
Por lo demás, todos hemos visto, a través de la televisión, como ciertos “profesionales” acuden raudos hasta el lugar agraciado en busca de nuevos clientes adinerados. Un patrimonio debe estar siempre bien asesorado (en función de las características del inversor) y eso requiere, fundamentalmente, de tres factores: independencia, personalización y capacidad para realizar recomendaciones de productos en base a una arquitectura abierta. Disfrute, si llega el caso, de su premio. Y, recuerde, sea prudente con la gestión del que será su nuevo patrimonio financiero.
buen post Isabel, ahora solo hace falta que toque.
Un saludo
Muchísimas gracias Francisco Javier! A ver si hay suerte, y si no, como suele decirse en estos casos, que esté bien repartido!
Feliz Navidad y suerte!