En el inicio de 2014 se han intensificado algunas de las tendencias observadas en la parte final de 2013. Por un lado, la mejora de las perspectivas sobre el Área euro en su conjunto, en esta ocasión gracias a los países de la periferia. El saldo de los indicadores, por encima de lo esperado y que confirman que el final de la caída del PIB quedó atrás, han sido capitalizados por los mercados financieros, tanto los de renta fija como los de renta variable. En el primero, las primas por riesgo han caído de forma intensa, y dado que coexisten con una notable estabilidad de la curva alemana (a pesar el inicio del tapering de la Fed), los tipos de interés se han reducido. En el caso del Tesoro español, las rentabilidades de la deuda se han situado en mínimos históricos, lo que sin duda tiene un efecto positivo sobre el coste financiero y, por tanto, sobre el esfuerzo que se debe hacer para la reducción del déficit público en este 2014. Porque conviene recordar que aunque la economía española haya podido entrar en una fase de avance de su PIB (la estimación del Banco de España para el último cuarto del pasado año es un +0,3% T), se producirá a una tasa reducida (inferior al 1,0%), insuficiente como para reducir “automáticamente” el todavía excesivo desequilibrio entre ingresos y gastos públicos. Y con un ratio de deuda/PIB en la zona del 100%, el margen temporal para regresar a un déficit del 3% se acorta.
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