¿Qué espera un paciente de un buen médico? Que en los momentos más duros, aquellos en los que la salud es más delicada, sea capaz de dar con la medicina adecuada… que le cure.
¿Qué espera un cliente de un buen abogado? Que cuando surgen problemas de calado, importantes, sea capaz de tomar las riendas y dar con la solución más rápida y eficaz.
¿Qué espera un conductor de un buen coche? Que cuando las condiciones de la carretera sean extremas, o la climatología no acompañe, ofrezca la máxima seguridad.
Al final, lo que todo el mundo espera de algo o de alguien siempre adquiere más valor en los momentos de mayor dificultad. Ahí es cuando se demuestra el talento, la responsabilidad…. También en esto de los mercados financieros y, por supuesto, en el mundo de los fondos de inversión.
En estas últimas semanas de estrés y alta volatilidad, muchos fondos de inversión han sido puestos a prueba. Sobre todo aquellos que, de una manera o de otra, se han “vendido” por su flexibilidad. Cada vez más, las gestoras de fondos (nacionales e internacionales) se han dado cuenta de que, ante el difícil escenario de la renta fija y los erráticos movimientos de la renta variable, había que poner en marcha productos que fueran capaces de adaptarse a las diferentes condiciones del mercado. Eso ha dado lugar a un amplio universo de fondos, un cajón de sastre, en el que se entremezclan distintas estrategias y aproximaciones relacionadas con la gestión flexible. La mayoría, fondos mixtos, balanceados, unos con más “manga ancha” que otros para mover los porcentajes en la distribución de los activos.
La sorpresa de muchos inversores ha sido ver cómo, en estas últimas semanas, algunos de estos fondos no han estado a la altura de las circunstancias. Alfa, descorrelación, no indexación, gestión activa… ¿Son sólo palabras? ¿Argumentos de márketing? Por supuesto que no; y de hecho, existen muchos fondos “flexibles” en el mercado que sí cumplen con sus promesas, con la filosofía con la que fueron creados, pese a que las bolsas o los bonos, puntualmente, puedan jugarles una mala pasada.
¿Qué debemos tener en cuenta, por tanto, a la hora de valorar este tipo de productos? ¿Cómo separar el grano de la paja? Lo importante es observar cómo son capaces de reaccionar en las condiciones más extremas de mercado, como consiguen adaptarse y cómo, tarde o temprano, vuelven a reconducir las estrategias. Para ello, debemos tomar distancia, evitando actuar de manera errática. Porque no siempre una fuerte caída en uno de estos fondos, en un momento determinado, responde a una mala gestión.
Por supuesto, llevar a cabo este tipo de análisis puede resultar algo complejo para un inversor minorista. De ahí que la labor del asesor independiente cada vez sea más relevante. Ante un universo tan amplio y heterogéneo, es vital identificar, sin conflicto de intereses, aquellos fondos que, por su trayectoria, hayan demostrado ser capaces de sortear los obstáculos del camino. Un dato que llama la atención y que hemos conocido estos días de la mano de “Financial Times” es que el 75% de los gestores activos (a nivel mundial) nunca supera al mercado.
¿Qué valoraríamos además de la trayectoria del fondo? Algo muy interesante sería ver si el equipo de gestión tiene su propio patrimonio invertido en los productos que gestiona. Esto suele ser más habitual en las pequeñas “boutiques” que en los grandes grupos financieros. También es clave que la gestora sea transparente con sus clientes y que sepa reconocer sus errores. Es el punto de partida para corregirlos.
Por último, y a nivel de “asset allocation”, también habría que valorar cuáles son principales activos del fondo (bolsa, renta fija, materias primas, etc) y qué capacidad y margen de maniobra tiene el gestor para reducir aumentar o reducir su exposición. Porque, a veces esa “flexibilidad” no es tan fiera como la pintan…