El pésimo inicio de año en la mayoría de bolsas mundiales ha acentuado el pesimismo sobre la evolución de la economía global en los próximos trimestres. No son pocos los analistas que ven riesgos de una repetición de la crisis de 2008-09. Si entonces la quiebra de Lehman fue el cisne negro que puso en marcha la Gran Recesión, ahora el foco se pone en el desplome del precio del crudo o en un eventual colapso en China como los factores de riesgo que pueden acabar precipitando una gran crisis económica global. Creo que esto es un ejemplo del carácter maníaco-depresivo de los mercados que ha pasado de ver a China como una economía de crecimiento sin límites a esperar algún tipo de catástrofe que difícilmente se va a producir.
China: temores exagerados. Las turbulencias que están sacudiendo a los mercados de acciones y divisas en China están afectando significativamente al resto de mercados mundiales. Desde la decisión de modificar la política del tipo de cambio del Yuan en agosto, los mercados parecen interpretar que la situación en China está de alguna forma fuera de control. Las salidas de capitales están siendo intensas y la bolsa prosigue el doloroso ajuste de la burbuja de 2014-15. Los mercados parecen temer que estas dinámicas financieras están anticipando un severo deterioro de la economía. Pero lo cierto es que la economía real mantiene tasas de crecimiento elevadas mientras se lleva a cabo una profunda trasformación de sus estructuras: en 2015 el sector servicios ha crecido un 8,3% frente al 6% del sector industria-construcción. Con ello el sector servicios supone ya el 50,5% del PIB frente al 40,5% de industria-construcción. El crecimiento del PIB sigue desacelerándose, pero en línea con las previsiones que lo sitúan en la banda 6,0%-6,5% en los próximos años. Frente a los éxitos en sus reformas en la economía real, las reformas financieras han sufrido un evidente revés con el estallido de la burbuja bursátil, el torpe manejo de la devaluación del Yuan y las fuertes salidas de capitales.
Es evidente que la nueva economía de mercado china orientada al consumo necesita de unas infraestructuras financieras adecuadas que ahora no existen, en particular unos mercados de bonos y acciones que eviten la excesiva dependencia actual del crédito bancario. Las salidas de capitales son un síntoma de desconfianza que preocupa en los mercados, pero el nivel de reservas de divisas es de tal magnitud que se necesitarían varios años a este ritmo para provocar una crisis de liquidez y divisas en el país.
El petróleo como las nuevas hipotecas subprime. La caída del precio de las materias primas, y en particular del petróleo, tiene características propias del estallido de una burbuja. Es en este sentido en que se especula que puede dar lugar a consecuencias similares a las que produjo el estallido de los productos financieros basados en hipotecas que estuvieron a punto de provocar la quiebra del sistema financiero mundial.
Siga leyendo el análisis de Nicolás López en el número de febrero de 2016 de la revista online de mercados TraderSecrets.
(FOTO: Dani Vázquez, www.flickr.com)