En diciembre de 2015 (ver aquí), y como idea atractiva de inversión para aquel mes, propusimos el fondo Pictet Robotics, producto encuadrado dentro del sector de la tecnología y, más concretamente, en el de la robótica.
Desde que hablamos del mismo, este fondo sectorial/temático acumula una rentabilidad del 20%, como puede verse en el siguiente gráfico:
A un año y, como verán también en otro gráfico que adjuntamos a continuación, la rentabilidad del fondo es incluso superior y, de nuevo, batiendo no sólo al índice de MSCI que integra las bolsas del mundo, sino también al selectivo Nasdaq 100.
La llamada Revolución Industrial, periodo histórico que se dio entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, supuso no sólo un cambio del sistema productivo y económico de la época a nivel mundial, sino también un enorme salto para la humanidad como consecuencia de los cambios sociales, culturales y hasta demográficos que trajo consigo. A pesar de dichos cambios que, en general, fueron positivos –al permitir pasar de un trabajo más manual (agrícola, artesanal…) a uno con el apoyo de maquinaria–, no faltaron detractores de las consecuencias que traería dicha revolución; e, incluso, miedos ante la posibilidad, bastante real, de que se produjeran pérdidas de puestos de trabajo o de que la calidad de los nuevos empleos creados no fuera tan beneficiosa para los trabajadores (malas condiciones laborales).
En el siglo XXI los miedos –algo que es innato a la naturaleza humana–, vuelven a renacer. Esta vez ante la posibilidad de que la robótica y, por supuesto, sus aplicaciones en campos tan diversos como la agricultura, el sector del automóvil, la logística, el sector de la defensa, la sanidad o, incluso, el sector financiero (análisis, gestión, asesoramiento o “back office”) desplacen al ser humano del actual tejido productivo. De hecho, y como sucediera en una de las secuencias de la película Yo, Robot (basada en la novela del mismo nombre y escrita por Isaac Asimov), comienza a aparecer una corriente de opinión entre algunos analistas y gestores de empresa que siguen una máxima que se menciona en dicho film: “Desobedecer los análisis de la máquina es seguir el sendero del error”.
Les vamos a poner un ejemplo para que comprendan hasta qué punto el tema de la robótica no es sólo fruto de la imaginación de Fritz Lang en Metrópolis, sino que es ya una realidad que nos rodea a todos en nuestro día a día. En este sentido, les invitamos a visitar la página web de la empresa japonesa Spread (http://spread.co.jp/en/) que, el año pasado, anunció que en este ejercicio abriría la primera planta agrícola completamente automatizada y que, por lo tanto, los robots se encargarían de todo el proceso productivo de dicha planta.
Según un estudio elaborado por la Federación Internacional de Robótica, el número de robots vendidos en 2015, a nivel mundial, se incrementó en torno al 55% frente al año anterior. Además, se espera un incremento espectacular de dicho sector para los próximos 20 años.
Si a finales de los años 90 y comienzos de los 2000 muchos analistas políticos y económicos –y muchos ciudadanos– alababan el proceso incipiente de la globalización mundial, hoy las consecuencias económicas y sociales de dicha globalización pueden estar detrás del descontento de muchos ciudadanos en el mundo e, incluso, del auge del populismo político, sea cual sea su signo político.
El riesgo es que ese sentimiento podría, de nuevo, repetirse con el caso de la robótica puesto que, aunque para muchos es algo que ayudará al ser humano del hoy y del futuro, para otros puede llegar a convertirse en una amenaza, Algo así como si el asistente personal inteligente Siri de determinados dispositivos móviles llegara a transformarse en la malvada Skynet de la película Terminator.
Para nosotros, más que una amenaza, es una temática muy interesante que podemos aprovecharla (si nuestro perfil de riesgo así lo permitiera), a través de la inversión en fondos del sector tecnológico, fondos temáticos como es el Pictet Robotics, o algunos fondos cotizados (ETF’s) que se comercializan en nuestro país.
Alguien dijo en una ocasión que una máquina no puede hacer el trabajo de un hombre extraordinario, pero yo iría mucho más allá. No sé si llegaremos a ver cómo los robots conviven con los seres humanos, como si se tratara de una película de ciencia ficción. Pero, y ya que nos hemos venido refiriendo a varias películas, les invito a ver el film Inteligencia Artificial de Steven Spilberg y, en concreto, a que se detengan en uno de los momentos más sublimes de la misma. Aquel en el que el Meca (el robot niño) dice: “¡Hada azul por favor, por favor, conviérteme en un niño de verdad!
Quizás el hombre pueda temer a los robots… Pero, por mucho que estos se desarrollen y aumenten la productividad de nuestra sociedad, e incluso ayuden a salvar vidas, carecerán de nuestra humanidad.