Señalaba en una ocasión el famoso empresario e inversor norteamericano, Robert Kiyosaki: “La comida de baja calidad afecta a nuestra salud y la información de baja calidad a nuestra riqueza”.
En los últimos días hemos conocido que, al parecer, ha surgido una avalancha de reclamaciones de personas hipotecadas en francos suizos tras la decisión adoptada recientemente por parte del Banco Nacional de Suiza de dejar fluctuar libremente su moneda frente al Euro.
Coincidiendo con el “boom” inmobiliario español, algunas entidades financieras ofrecieron hipotecas multidivisas, en muchos casos, a personas con escasa o nula cultura financiera. Muchos se hipotecaron en yenes, los menos en otras divisas, pues veían cierto “chollo” a la hora de devolver la cantidad solicitada en el préstamo hipotecario pues tanto la cuota como el tipo de interés eran más bajos que si se endeudaban en euros. Quien contrataba una hipoteca multidivisa se preguntaba cómo el resto de mortales no veían y disfrutaban de tal chollo…, pero, desgraciadamente, en esta vida hay pocas gangas sin contraindicaciones.
La compra de una vivienda es, para la mayoría de ciudadanos, la inversión más importante de sus vidas. Hacer tal inversión con un componente tan especulativo, como son las divisas, es una temeridad y un acto de irresponsabilidad que, en muchas ocasiones, fue también fruto de cierto abuso de confianza por parte de las entidades que lo ofrecían.
Hoy muchos de nuestros conciudadanos viven una angustiosa situación como consecuencia de la caída de un falso mito: el de que el precio de la vivienda nunca baja. Junto a dos hechos muy negativos: una larga crisis económica y, por supuesto, la apreciación de las divisas en las que están endeudados.
Chollos hay pocos, pero también es importante saber que no es lo mismo vender que asesorar. Quien se endeuda contrae la obligación de devolver la deuda. Pero quien vende debe preocuparse de recomendar correctamente. De valorar tanto la formación como la situación personal y patrimonial del asesorado. Y, sobre todo, informar de todos y cada uno de los detalles de los productos financieros que se van a proponer, los buenos y los menos buenos, pues, de no ser así, lo que era una oportunidad se convertirá en una amarga esclavitud.