A menudo, al pensar en bonos se nos viene a la cabeza una inversión con bajo riesgo y de largo plazo. Cuando compramos bonos el estado de la manera tradicional, prestamos dinero a un gobierno durante un tiempo determinado a cambio de unos intereses regulares. Para ello, debemos depositar el valor total de la posición.
Sin embargo, también se puede operar en bonos a través de productos derivados. En este caso, se trata de una inversión enfocada al medio y al corto plazo. Otra diferencia con la forma tradicional de comprar bonos es que los beneficios que se obtienen en el trading de bonos provienen únicamente de los movimientos de los precios: es decir, como ya no compramos bonos directamente, no nos corresponden los intereses asociados.
Pongamos el ejemplo de una inversión de CFD sobre bonos, un producto derivado en forma de contrato en el que lo que entra en juego es la diferencia en el valor de un activo entre el momento de apertura y el momento del cierre de la operación. Hacer trading sobre bonos es, entonces, invertir sobre su precio: si creemos que el precio del bono va a subir, abrimos una posición larga (comprar). Si creemos que el precio va a bajar, abrimos una posición corta (vender). Esta característica significa que no solo podemos obtener beneficios cuando el valor del bono aumenta, sino también cuando disminuye.